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lunes, 27 de mayo de 2024

 

Esta leyenda me la contaron hace muchos años, y hoy se las comparto. Mi nombre es Álvaro Rojas, y esta es la historia de Don Daniel y el joven Mateo.

 

Don Daniel era un anciano que vivía en una área rural, conocido en la región como un brujo local. Las personas acudían a él en busca de respuestas y remedios, pues también era un naturista que recomendaba plantas medicinales. Su fama se extendía más allá de la aldea, y su nombre era mencionado por todos aquellos que buscaban alivio espiritual o respuestas.

 

Mateo, un joven local, visitó a Don Daniel una vez. Al ver las cartas caer sobre la mesa, su curiosidad creció, deseando aprender más sobre las artes oscuras. Unos días después, se encontraron en un camino angosto de terracería. Mateo le expresó su deseo de aprender. Don Daniel, con voz suave, le explicó que algunos nacen con el don y otros deben ganárselo.

 

Pasaron los meses y Mateo asistía regularmente al pequeño cuarto de consultas de Don Daniel, un lugar lleno de figuras ancestrales, calaveras y otros objetos místicos. Finalmente, llegó el día en que Don Daniel decidió que Mateo tendría la oportunidad de dedicarse a este oficio.

 


"Para obtener tu mesa," dijo Don Daniel, refiriéndose al don de la adivinación, "deberás acompañarme al cementerio y permanecer allí hasta la medianoche. Si logras soportar lo que allí veas, el espíritu de la adivinación será tuyo."

 

Aquella noche de luna llena, se dirigieron al cementerio local. Los sonidos típicos de la noche resonaban, provocando escalofríos en Mateo. Don Daniel quebró una tumba y sacó un hueso del ataúd. Lo raspó y mezcló el polvo con un frasco de aguardiente, que Mateo debía beber como parte del ritual.

 

De pronto, Don Daniel desapareció, dejando a Mateo solo en el oscuro cementerio. Mateo vagó por mucho tiempo entre las tumbas, sintiendo el peso de la noche y el miedo. Finalmente, al amanecer, despertó sobre una tumba, completamente confundido.

 

Regresó a la aldea y contó lo sucedido a un familiar, quien desaprobó su acto sin vacilar. Mateo, sin embargo, no fue lo suficientemente fuerte para soportar el apoderamiento espiritual y se desmayó. Consultó nuevamente a Don Daniel, quien le explicó que, a pesar de su fracaso, los ancestros le habían prometido que, el día que Don Daniel partiera, Mateo heredaría su mesa espiritual.

 

El mensaje de esta leyenda es claro: hay conocimientos y poderes que es mejor no desenterrar. La búsqueda de lo oculto puede tener consecuencias inesperadas y peligrosas. No todos están preparados para enfrentar los misterios del mundo espiritual, y a veces, es mejor dejar ciertos secretos en paz.

 

Este relato resalta la importancia de ser cauteloso ante lo desconocido, ofreciendo un mensaje claro sobre los peligros de adentrarse en prácticas espirituales oscuras sin la preparación adecuada.

Soy Álvaro Rojas, esperando que este relato te haya cautivado y te invite a reflexionar sobre los misterios que es mejor no desenterrar. Recuerda siempre, algunas puertas están destinadas a permanecer cerradas. ¡Hasta la próxima historia!


Autor: Alvaro Rojas Melendez.

contacto: email: alvarome2003@gmail.com

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