Erase una vez un hombre humilde, trabajador que buscando trabajo llego a una hacienda, el dueño del mismo le da trabajo como encargado del lugar, con muy buena paga.
Al pasar de los meses algo cambio en aquel hombre humilde, pues casi siempre trataba mal a los demás trabajadores, les ponía tareas que muchas veses era innecesarios. les recriminaba todo lo que hacían, pero a pesar de ello, los trabajadores de la hacienda aunque muchas veses se enojaban, siempre preferían no tomar las cosas en serio.
Este hombre que cambio la humildad por la prepotencia era Jose, sin duda, el tener un puesto importante lo cambio totalmente, presumía sus logros y lo bien que había mejorado su economía.
En cierta ocasión encontró a dos trabajadores que descasaban un momento, a la sombra de un árbol, pues el sol era radiante y el calor excesivo, sin dudarlo Jose los despide en ese mismo instante, sin escuchar ninguna justificación, a pesar de que estos trabajadores siempre se habían caracterizado por cumplir con las tareas encomendadas diariamente.
En cierta ocasión Jose, se encaminaba al pueblo mas cercano a realizar algunas compras, en el camino, le salieron varios tipos y lo asaltaron, como opuso cierta resistencia lo golpearon mucho y lo dejaron a orilla del camino.
A los pocos minutos se escucho el sonido de un automobil, era nada mas que El Patrón, el dueño de la hacienda, al ver a Jose tirado a la orilla del camino, se percato que lo habían asaltado, sin embargo pensó, si me detengo quizá me asalten a mi también, no creo que ya se hayan marchado los delincuentes. Y en lugar de detenerse, acelero aun mas por el temor a que le pase lo mismo.
A los pocos minutos aparecieron en el camino los dos amigos a los cuales Jose había despedido, estos al ver a Jose tirado a la orilla del camino reaccionaron rápidamente y lo auxiliaron, uno de ellos incluso lo cargo hasta un puesto de salud comunitario donde le limpiaron las heridas y le dieron los medicamentos para que se repusiera pronto.
Desde ese día Jose comprendió, que no importa el mando que uno pueda llegar a tener, si no se es capaz de sentir afecto, comprensión o solidaridad hacia las demás personas.
Si hoy estamos arriba, mañana quien sabe, lo mejor es siempre (Como se dice en buen chapin) echarle la mano a quien lo necesite, pues en determinado momento alguien nos ayudara también y si no fuese ese el caso, la satisfacción de ayudar a alguien es semilla que algún día en la forma en que menos lo esperemos llegara a nosotros.
Autor:
Alvaro Rojas.
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