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jueves, 7 de octubre de 2021

La leyenda cuenta que en la laguna de San Pedrito en El Palmar Quetzaltenango, existía una criatura tenebrosa.

Se comentaba que muy pocos lo han podido observar, se trataba de una enorme serpiente que según narraban

algunos pobladores del lugar, la serpiente vigilaba una de las entradas al volcán.

Un día Julián un joven palmarense decidió investigar la existencia de este animal, que según contaban era enorme con ojos color de fuego, él quería demostrarle a los demás que exageraban sobre aquel animal, que probablemente era una serpiente muy usual.

Una anciana del pueblo que conocía muy bien la historia del origen de aquel animal, le comento a Julián que la serpiente solamente aparecía en noche de luna llena, cuando la luz hacia que se reflejara la silueta del volcán en sus mansas aguas. Es en ese momento donde seres sobrenaturales del volcán visitaban el lugar.

Una noche Julián decidió ir a la laguna, esperando lograr ver a la serpiente, era una noche hermosa, la luna brillaba a todo su esplendor reflejándose en las aguas de la laguna, pudiendo apreciar con asombro y temor aquel animal que nadaba pacíficamente por la laguna sin notar la presencia de él.

En un instante ya no pudo divisar aquel animal, y en lugar de ello, en una de las orillas de la laguna, una hermosa mujer pudo divisar, el cual peinaba constantemente una hermosa cabellera larga que brillaba constantemente.

Julián, aunque con mucho temor, sintió una fuerte atracción, que hizo

que se acercara a esta mujer, y sin dar el rostro lo abrazo fuertemente, fue en ese instante donde para su sorpresa el rostro de aquella mujer se convirtió en la cabeza de la serpiente que enrollada lo tenía y poco a poco y sin poder escapar, la serpiente lo arrastro hasta el fondo de las aguas.

Cuenta la leyenda que el alma de Julián fue llevado al volcán por toda la eternidad, por una enorme serpiente que era solamente el medio que utilizaba aquel ente por materializarse en esta área terrenal.

Esa misteriosa mujer era una de las hijas del dueño del volcán, la mala, la que también utilizo almas para reconstruir su casa.

El reflejo del volcán sobre las aguas era la forma de que este ente llegaba al lugar y se retiraba con los últimos destellos de luz sobre las aguas.


En la actualidad rara vez es vista esta serpiente durante el día, asoleándose, apresto a atacar a cualquier persona que ose acercarse, aunque en las noches de luna llena, es poseída por la hija del dueño del volcán.

Este ser es pura maldad, y por la osadía de Julián, una maldición lanzo en el lugar, que cada año una persona muera en sus aguas y para atraerlos un encanto escondió en el lugar.

Es por ello que muchos jóvenes se sienten atraídos por la belleza del lugar, pero si se descuidan la muerte han de conocer, para luego su alma ser llevada al señor del volcán.

Autor: Alvaro Rojas Melendez.

"historias del dueño del volcán"

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