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lunes, 20 de mayo de 2024

 En un pequeño pueblo llamado El Palmar, se cuentan historias sobre un anciano misterioso conocido como "El Tata". Pocos se atreven a mencionar su nombre, pues su figura está envuelta en un aura de terror y misterio.

Orígenes de la Leyenda

Hace muchos años, cuando El Palmar aún estaba en su apogeo, vivía un anciano solitario en una choza al borde del río Nima Uno, cerca de un área conocida como La Estancia. Este anciano, conocido como El Tata, era un hombre sabio y respetado. Ayudaba a los del pueblo con sus conocimientos de hierbas y curaciones, y algunos decían que tenía habilidades místicas.

 

Sin embargo, un día, la actividad volcánica del Santiaguito arrasó con El Palmar, dejando solo lodo, rocas y desolación. El Tata falleció, pero se rumora que tenía un pacto con el señor del volcán, de ahí sus poderes para curar. Se dice que su alma quedó atrapada en el área, conocida hoy como el Antiguo Palmar, apareciéndose en noches de luna para llevarse una que otra alma y entregársela a Juan Noj, el señor del volcán, permitiéndole así seguir existiendo en el pueblo.

 

Con el tiempo, esta historia se fue perdiendo hasta que Aroldo experimentó en carne propia la leyenda.

 

El Encuentro de Aroldo


Aroldo, vecino de El Palmar, era contratado eventualmente para ir al Antiguo Palmar a realizar trabajos: recoger leña, traer pacayas o cuidar al ganado. Don Crisóstomo, dueño de terrenos en Monte Claro, lo contrató para cuidar de sus reses y llevarlas del pasto al río para beber agua. Después de una semana trabajando en esa área, Aroldo solía regresar a las seis de la tarde para tomar el último traslado hacia el Nuevo Palmar.

 

Pero ese día en particular, una fuerte lluvia lo obligó a esperar hasta las ocho de la noche. Aroldo emprendió su retorno hacia el Antiguo Palmar, pasando por una vereda angosta rodeada de vegetación. Al cruzar el puente colgante del Palmar, la luna comenzó a asomarse entre las nubes, iluminando el área conocida como el parqueo de pickups . No había absolutamente nadie.

 

El Pacto con El Tata

Desesperado, Aroldo continuó su camino por la calle empedrada hacia la cinta asfáltica. Al llegar a la carretera, se encontró con un hombre de ropa rasgada y sombrero de paja. Aroldo, asustado, le preguntó si vivía por el lugar o si iba hacia Las Marías. El hombre respondió que dormía entre los restos de alguna vivienda y que a veces viajaba a Las Marías en busca de comida.

 


Mientras conversaban, el hombre recogió un pequeño morral que había dejado en las pilas y siguió acompañando a Aroldo por el asfalto. Aroldo, sintiendo confianza, le contó sobre sus problemas económicos y familiares. El anciano, interesado en su relación, le ofreció ayuda, pero con una condición: debía hacer un pacto y ofrecer su alma al señor del volcán.

 

Aroldo, escéptico pero desesperado, aceptó. El anciano salió de la carretera hacia la vegetación, cortó una hoja de maxán y del morral sacó un pedazo de carne jugosa. Lo envolvió y lo ató con vejuco, diciéndole que debía esperar nueve días antes de abrirlo y que al hacerlo, encontraría riquezas.

 

El destino de Aroldo

Aroldo continuó su camino, pero al llegar al puente Ixcaya, se dio cuenta de que el anciano ya no lo acompañaba. Al llegar a Las Marías, sintió alivio al ver un pickup que se disponía a salir hacia El Palmar. Al llegar a casa, le contó a su esposa lo sucedido y guardó la carne envuelta en una gaveta de su ropero.

 

Esa noche, mientras Aroldo dormía, su esposa abrió el paquete y vio salir una gran cantidad de moscas verdes. A la mañana siguiente, Aroldo despertó con una fiebre intensa. Había incumplido el pacto y, como resultado, una dolencia eterna lo acompañaría para recordarle que no se deben hacer pactos sin estar seguro de las consecuencias.

 

Desde entonces, en las noches, se escucha una risa siniestra en el Antiguo Palmar. Es El Tata, el anciano que sigue buscando a quien hacer un pacto para continuar en espíritu en este plano terrestre.



Autor: Alvaro Rojas Melendez.

email: alvarome2003@gmail.com

esta leyenda fue creada con fines de promover nuestra cultura como palmarenses.

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