Las noches se convirtieron en su único refugio, acompañadas
por el amargo sabor del licor. Una noche, bajo el manto de la oscuridad,
decidió viajar hasta el puente Ixcaya, un lugar sombrío y misterioso. Allí, en
la penumbra, se topó con una figura envuelta en tinieblas, su rostro oculto
entre las sombras.
Desafiante, Antonio se burló de la presencia, expresando su
angustia por la traición sufrida. La figura respondió con una oferta siniestra:
aliviar su sufrimiento a cambio de un precio. Antonio, desesperado, ganó sin
vacilar.
En ese momento, la luna reveló el rostro del ser, mostrando
una calavera ansiosa por devorar almas. Aterrado, Antonio retrocedió y cayó al
abismo, llevándose consigo su dolor y su destino.
Pero la historia no termina ahí. Se cuenta que la esposa
infiel de Antonio y su amante pagaron un precio aún más alto. En una noche
oscura, mientras viajaban cerca del puente Ixcaya, se encontraron con una
visión aterradora: una calavera emergiendo de las sombras. El conductor, preso
del pánico, perdió el control del vehículo, que se precipitó al vacío,
cobrándose las vidas de ambos.
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