vive Don Amayo, volcán elegante.
Con mil quinientos cuarenta y cuatro metros de altura,
se estira hacia el cielo con gran hermosura.
Dormido descansa, ya no echa calor,
prefiere adornarse con flores de amor.
—Fui fuego y ceniza, rugí como león,
pero hoy soy tranquilo, descanso panzón.
Me dicen “Cerro de las Flores”, ¡qué bonita vista!
y aunque soy volcán presumo: “¡Soy florecitas!”
Cuevas y túneles guardo en mi ser,
recuerdos de lava que un día corrí al correr.
Hoy en mis faldas no hay fuego ni horror,
sino árboles, pájaros y campos de flor.
Don Amayo sonríe con gran emoción:
—Dormido descanso, feliz de corazón.
🌸 Y colorín colorado, en el Cerro de las Flores me he maravillado. 🌸
Autor: Álvaro Rojas Meléndez.
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