Isabel, una joven de apenas 17 años, viajaba de la ciudad al puerto para comprar pescados y comercializarlos. Su belleza era como un faro que atraía las miradas de todos los jóvenes del lugar. Pero detrás de su encánto, un vacío habitaba en su corazón, un hueco que ninguno de sus pretendientes podía llenar con su amor.
Isabel, con su risa traviesa y su voz dulce, se jactaba ante una amiga de que podía enamorar a más hombres que el mismísimo Cupido. Sin embargo, el destino, siempre astuto, tenía otros planes para ella. Cupido, al escuchar su desafío, decidió intervenir y flechó el corazón de Isabel con un amor imposible: un joven marinero de tierras lejanas que había llegado en una barcaza extranjera.
El día llegó en que la barcaza partió, llevándose consigo el amor de Isabel. Desde el muelle, entre lágrimas de desamor, Isabel vio cómo se alejaba la embarcación, llevándose consigo sus esperanzas y sueños de amor correspondido.
Dicen que el dolor de Isabel fue tan profundo que, en un acto desesperado, se lanzó al mar en busca de su amado. Cupido, testigo de su desdicha, decidió transformarla en una sirena, condenándola a vagar por los mares en busca de su amor perdido.
Los lideres de esa epoca en la ciudad de Retalhuleu, conmovidos por la historia de Isabel, erigieron un monumento en su honor. Una estatua de una sirena, con Cupido a su lado, se alza en el centro de la ciudad, recordando a todos el poder del amor y la fragilidad del corazón humano.
Dicen que aquellos que lanzan una moneda a la fuente que rodea la estatua, pidiendo el favor de Cupido, ven sus deseos cumplidos si lo hacen con fe. Y así, la leyenda de Isabel, la sirena enamorada, continúa inspirando suspiros y esperanzas en los corazones de quienes la escuchan.
Autor:
Alvaro Rojas Melendez.
email: alvarome2003@gmail.com
tel.42245627.
dejanos tus comentarios son bienvenidos.
0 comentarios:
Publicar un comentario