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sábado, 4 de mayo de 2024

 

Había una vez un joven llamado Reginaldo que vivía en un área rural. Casi todos los días, él se aventuraba a una aldea cercana para encontrarse con su novia, atravesando un espeso bosque en su camino de ida y vuelta.


 

En una ocasión, Reginaldo visitó a su amada alrededor de las seis de la tarde. El tiempo pasó sin que lo notaran, y cuando se dieron cuenta, ya eran las 11 de la noche. Con tristeza en el corazón, Reginaldo se despidió de su novia y emprendió su camino de regreso hacia la finca donde vivía.

 

Eran las 11:45 de la noche cuando Reginaldo divisó a lo lejos a una figura femenina en el camino. A medida que se acercaba, notó un parecido sorprendente con su novia, a quien acababa de dejar en su casa. Se preguntó qué hacía ella a esa hora y si algo malo le había ocurrido.

 

La noche estaba iluminada por la luna y al principio se escuchaba el canto de los grillos, pero de repente, un silencio sepulcral se apoderó del entorno, interrumpido por un canto siniestro. Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Reginaldo, erizando su cabello y ensanchando su cabeza.

 

En ese momento, Reginaldo se dio cuenta de que algo estaba terriblemente mal. Su novia nunca estaría sola en un lugar tan desolado a esa hora. Sin embargo, cuando intentó alejarse, la figura misteriosa estaba justo frente a él. Tenía el cuerpo de su amada, pero su rostro estaba oculto por una densa cabellera que le impedía verla.

 

El joven reaccionó instintivamente y comenzó a rezar, pero cuando intentó huir, vio la siniestra silueta del rostro de la mujer en el suelo, parecido al de un caballo. Con el corazón palpitando de terror, Reginaldo huyó del lugar, tropezando y cayendo unos metros más adelante.

 

Cuando amaneció, Reginaldo fue encontrado por vecinos que se dirigían a sus labores. Lo llevaron de vuelta a su hogar, donde pasó una semana postrado en cama, con fiebre y sin poder pronunciar una sola palabra. Pero al final, cuando su salud mejoró, pudo relatar lo ocurrido.

 


Su padre le explicó que había sido víctima de la Siguanaba, un espíritu maligno que acecha a los trasnochadores. A partir de entonces, Reginaldo aprendió la lección y decidió visitar a su novia en horarios más seguros.

cuenta la leyenda que reginaldo no vio directamente el rostro de la siguanaba, por eso es que salió bien librado.


Autor: 

Alvaro Rojas Melendez.

El Palmar Quetzaltenango.

email: alvarome2003@gmail.com

tel.42245627.

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