En una noche oscura de los años 80, en un pequeño pueblo cercano al Palmar de Antaño, vivía Honorio, un hombre trabajador pero poco devoto. La historia comienza en la fiesta patronal del pueblo. honorio, como de costumbre, se refugió en la cantina al lado del mercado desde tempranas horas de la tarde.
Entre tragos de aguardiente, mientras la procesión al Señor
Santiago pasaba por la calle, honorio, en su embriaguez, comenzó a insultar a
los que pasaban, lo que llevó al cantinero a detener la música en señal de
respeto. Ya entrada la noche, a las 11 en punto, el cantinero le indicó a
honorio que era hora de cerrar.
Entre reclamos, honorio emprendió su camino hacia casa,
tambaleándose por las calles oscuras. Su trayecto transcurría por un camino de
terracería, iluminado apenas por los rayos de luna. Cerca de un lugar conocido
como "El Agua Bendita", un perro negro surgió de la oscuridad,
ladrando ferozmente. honorio, en su insolencia, comenzó a insultarlo, pero el
perro persistente lo siguió.
En varias ocasiones, honorio tropezó y cayó, y al
levantarse, notó los ojos del perro brillando como brasas ardientes en la
noche. Este encuentro sobrenatural hizo que parte de su embriaguez
desapareciera, y honorio se dio cuenta de que se enfrentaba a algo más allá de
lo común.
Una densa niebla comenzó a rodearlos, y honorio, en un acto
de desesperación, se arrodilló y pidió perdón por sus pecados, recordando los
insultos que había dirigido a la procesión del Señor Santiago. En ese momento,
sintió un arrepentimiento sincero. Pero al abrir los ojos, se encontró al borde
de un gran barranco conocido como "Nima Uno". Si no hubiera sido por
su reacción ante el Cadejo, habría caído a su perdición.
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