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viernes, 21 de agosto de 2015


Había una vez, en lo alto del majestuoso volcán Santa María, un hombre llamado Juan Noj el Mayor, quien compartía su vida con su amada esposa María. Juntos formaron un hogar en el cráter del volcán, un lugar donde la bruma y el misterio se entrelazaban con la realidad.

El matrimonio dio la bienvenida a una hermosa hija a la que nombraron María, en honor a la madre. Sin embargo, para evitar confusiones, la pequeña María era conocida como "María la pequeña" en el entorno. En esa época, el volcán Santa María era prácticamente el único testigo de las vidas que allí se desenvolvían, siendo el verdadero hogar de Juan Noj.

Los primeros habitantes de la región ascendían al volcán para trabajar, ya que en sus faldas se hallaba una misteriosa cueva que conducía al interior del cráter. No todos lograban encontrar la entrada; algunos se perdían entre la densa niebla que cubría la región, mientras otros, fascinados por la magia del lugar, seguían a animales que deambulaban cerca, solo para encontrarse al borde de un precipicio.

Aquellos afortunados que descubrían la entrada debían comprometerse a entregar eternamente sus almas al dueño del volcán. Al cruzar la cueva, se encontraban con una extensa llanura rodeada de montañas, bajo un cielo más oscuro que la noche más profunda. Su labor consistía en recolectar leña, que, en realidad, eran huesos esparcidos por el prado, acumulándolos en un rincón del valle.


Los pobladores de El Palmar trabajaron incansablemente durante mucho tiempo, recibiendo como pago hojas de Maxan que envolvían carne. Guardaban estas hojas en un cofre durante nueve días, esperando encontrar fortuna. Aquellos impacientes que desafiaban esta regla solo verían las moscas observar al abrir el cofre antes de tiempo.

Un día, un joven llegó al volcán y, mientras recogía leña, avistó a una señorita de belleza excepcional cerca de un tarral. Sus miradas se cruzaron, y así nació un amor sincero y esperanzador. Ambos jóvenes, enamorados, decidieron huir del volcán cuando Juan Noj el Mayor descubrió su secreto. Las llamas devoraron parte del volcán, dejando atrás un escenario memorable.

Los meses pasaron, y los jóvenes enamorados, ahora casados, comenzaron una nueva vida en un pueblo lejano. Sin embargo, Juan Noj el Mayor expulsó a los habitantes de El Palmar que trabajaban en su hogar dentro del volcán, dejando su casa en ruinas como evidencia de su enojo por la partida de su hija.

Tristemente, Juan Noj el Mayor tuvo otro hijo, al que llamó Juan Noj, en el volcán Santiaguito, para opacar su dolor. El nuevo Juan Noj, conocido como el menor, se estableció en el Santiaguito, dando lugar a nuevas historias y leyendas en esta tierra de encanto y misterio.

Del destino final de Juan Noj el Mayor, algunos cuentan que descendió del volcán hacia el mar, donde sus parientes tenían sus hogares en los volcanes del Pacífico.

Así concluye la leyenda de Juan Noj el Mayor, una historia llena de magia, amor y misterio, que perdura en la memoria de aquellos que han habitado las tierras volcánicas.


Autor de esta Historia: Alvaro Rojas Melendez.

alvarome2003@gmail.com

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