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martes, 19 de agosto de 2025

Posted by El Palmar Tv. 19:26:00 No comments


Había un hombre en El Palmar,
¡Don Luis Ismael, un gran trabajor!
No era famoso, no era un doctor,
pero siempre andaba con mucho fervor.

Cada día caminaba sin parar,

con un morralito listo para viajar.
Llevaba telegramas, ¡oh, qué emoción!
Mensajes importantes para toda la región.

"¡¿Qué es un telegrama?!", puedes preguntar.
¡Pues era un papel que no podía esperar!
No había celulares ni teléfonos en su época,
solo telegramas que corrían como una roca.

Don Luis cruzaba ríos y montañas altas,
con lluvia, sol o tormentas que daban saltos.
Su trabajo era entregar un mensaje urgente,
aunque el camino fuera muy diferente.

A veces, el telegrama decía:
"¡Tu tío se fue al cielo, ya no está en la vía!"
O de las fincas decía el patrón:
"¡Aquí vienen los trabajadores, qué emoción!"

La gente esperaba con mucho afán,
porque sin esos papeles no sabían qué harán.
"¿Cuándo llegan?", se preguntaban todos,
y Don Luis llegaba, ¡siempre con modos!

Con el telegrama en la mano,
subía montes, bajaba en un plano.
De las fincas a los pueblos, sin descanso,

llevando noticias en cada paso franco.

En Loma Linda, a veces iba a pie,
y no le importaba si hacía mucho calor o un desdén.
Por solo cinco quetzales, ¡y qué gran honor!,
entregaba el mensaje con gran fervor.

Aunque a veces el sendero era difícil,
y el río Nima le daba un gran susto,
Don Luis cruzaba, sin perder su paso,
y se metía en el agua con un gran abrazo.

A sus 60 años, sigue su labor,
¡el trabajo sagrado, su gran amor!

A veces lleva carga o limpia algún lugar,
y con humildad, se pone a trabajar.

"El trabajo es sagrado", siempre decía,
y aunque sea sencillo, lo hacía con alegría.
Con su morralito, y su paso tan firme,
Don Luis enseñó a todos que el trabajo es sublime.

Así que si ves a Don Luis por ahí,
¡salúdalo con alegría y mucho frenesí!
Porque él nos enseñó con su gran corazón,
que el trabajo honesto siempre es la solución.


Autor: Alvaro Rojas Melendez.

@derechos reservados.

lunes, 18 de agosto de 2025

Posted by El Palmar Tv. 16:32:00 No comments


Hola hola, patojada, ¿cómo están?
Hoy les traigo un cuento que les encantará.

¿A ustedes les gustaban los helados, ummm qué delicia total?
¡Artesanales, fresquitos, para disfrutar sin igual!

Por mi casa siempre pasaba un señor,
tocando su campanita con mucho amor.
Es Don Neto, el heladero chapín,
que empuja su carretilla desde temprano hasta el fin.

Yo salía corriendo, contando mis moneditas,
pero a veces me faltaban unas poquitas.
—¡Ay, Don Neto, me faltan cinco centavos!
No podré comprar mi helado tan sabrosón.

Don Neto me miraba con su sonrisa brillante:
—¡No te preocupés, mi’jo, te lo doy adelante!
Yo tomaba mi helado, feliz de verdad,
y Don Neto lo servía con mucha bondad.

Con cuidado movía su paleta de un lado al otro,
haciendo que el helado quedara bonito y redondo.
Yo lo disfrutaba, ¡qué alegría sin fin!
y Don Neto sonreía mientras seguía su camino.

Desde las fincas cercanas al Volcán Santiaguito,
hasta el poblado de El Palmar caminaba poquito a poquito.
En fincas y aldeas, siempre lo verías,
con su carretilla empujando, ¡y su campana sonaría!

Niños con monedas, otros sin nada,
pero Don Neto siempre daba su helado.
—No importa si no traés dinero,
aquí tenés tu helado, mi chiquitín sincero.

Desde el Antiguo Palmar, él llegaba a caminar,
por calles empedradas, por todos lados sin parar.
Su corazón grande, más que el volcán,
repartía sonrisas y helados por doquier, ¡qué afán!

Los años han pasado y los niños crecieron,
algunos aún recuerdan la deuda de cinco, diez, hasta veinticinco centavos.
Aunque estuvo en la Nueva Población, hoy ya no se escucha más,
pues ha migrado a su terruño en lo alto, su tierra, ¡su paz!

Él es más palmarense de corazón,
y siempre dejaba sonrisas y helado en cada rincón.
Don Neto nos enseñaba, con su gesto y su acción,
que la humildad no es pobreza, ¡es calidad de corazón!

Empujaba su carretilla, compartía alegría y sabor,
y cada helado venía con un gran montón de amor.

Aunque ahora en lo alto su terruño encontró,
su risa y sus helados en nuestros corazones quedó.
Y colorín colorado, este helado se ha disfrutado,
con risas, con cariño… y con todo el paladar chapín encantado.

Autor: Álvaro Rojas Meléndez

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