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sábado, 11 de mayo de 2024

 

En el pueblo de San Felipe, una leyenda se teje en las sombras de la noche. Sergio, un hombre conocido por su suerte y sus noches de juerga, se convirtió en el protagonista de esta oscura historia. Su rutina nocturna lo llevaba a regresar a casa por un camino solitario, atravesando un puente donde el susurro del agua y el canto de las ranas creaban una sinfonía nocturna.

 

Una noche, Sergio, con apenas unas copas de más, divisó entre las sombras a una mujer bañándose en el río, su larga cabellera oscilaba con la corriente. A su lado, un guacal dorado se alejaba lentamente. Impulsado por su valentía embriagada, Sergio agarró el guacal y huyó sin mirar atrás, ignorando el grito aterrador que resonó en la noche.

 

Al llegar a casa, contempló su tesoro de oro puro con ojos codiciosos, sin percatarse del peligro que había desatado. Los días pasaron y nadie ofreció comprar el guacal. Intrigado, decidió guardarlo en su hogar.

 

Pero la tranquilidad no duró mucho. En la siguiente noche de luna llena, al salir de su casa, una presencia escalofriante lo acechaba en cada calle,  Una mujer de cabello largo y vestida de blanco lo perseguía, emitiendo un grito terrorífico. 

La primera vez que lo vio a lo lejos fue en el área conocida como el tanque, y se le seguía viendo en cada esquina, cada cuadra del lugar.

 

Atormentado, Sergio buscó ayuda en un brujo local. Este le advirtió que debía devolver el guacal al río en la próxima noche de luna llena, en el mismo momento en que lo había tomado, para calmar la ira del ser sobrenatural al que había robado.

 


Así lo hizo Sergio, liberando el guacal en las aguas oscuras del río. Con el corazón palpitante, comprendió que la llorona no buscaría venganza ahora. Decidió abandonar sus noches de juerga, temeroso de volver a encontrarse con el espíritu vengativo en la oscuridad de la noche. Y así, la leyenda del Guacal de la Llorona se mantuvo viva en el pueblo de San Felipe, recordándoles a todos el peligro de la codicia y la oscuridad que acecha en la noche.


Autor:

Alvaro Rojas Melendez.

contactame: alvarome2003@gmail.com

martes, 7 de mayo de 2024

Posted by El Palmar Tv. in , | 18:08:00 No comments

En el tranquilo municipio de El Palmar, la vida transcurría apacible, marcada por el ritmo de los cortejos fúnebres que cruzaban la carretera hacia el cementerio. Entre esas familias acostumbradas a observar el desfile de difuntos estaba Doña Mercedes. Desde su balcón, tenía una vista privilegiada de este macabro acontecer.

Una noche, cuando el reloj marcaba casi las 11:30, un cortejo fúnebre rompió la monotonía. Extrañada, Mercedes se asomó para verlo pasar. Lo que presenció la dejó helada: encapuchados de túnicas blancas cargaban un ataúd, pero en lugar de dirigirse al cementerio, venían del cementerio hacia el pueblo. Un escalofrío recorrió su espina dorsal y un grito escapó de sus labios.

Uno de los encapuchados se volteó hacia ella, y esa mirada desató una serie de eventos aterradores. El cortejo continuó su camino, desvaneciéndose en la oscuridad.

Después de esa noche, Mercedes fue acosada por pesadillas inquietantes. Buscó ayuda en un sacerdote maya local, quien le reveló una verdad escalofriante: una antigua maldición había caído sobre el pueblo. Los espíritus de los difuntos, en lugar de descansar en paz, regresaban para atormentar a los vivos.

Para liberarse de esta maldición, Mercedes debía enfrentar sus miedos y seguir las indicaciones de sus sueños. En una de sus pesadillas, una misteriosa mujer le imploró que visitara 12 iglesias y encendiera veladoras en su nombre.

Con valentía, Mercedes y su familia recorrieron las 12 iglesias, rogando por el retorno de la normalidad al pueblo. Solo así lograron romper el hechizo y liberar al pueblo de la oscuridad que lo acechaba. Pero la lección quedó marcada: nunca subestimar el poder de una maldición ancestral, ni la importancia de enfrentar los propios temores para encontrar

la redención.

Autor:
Alvaro Rojas Melendez.
email: alvarome2003@gmail.com
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lunes, 6 de mayo de 2024

 

Hace mucho tiempo, en el remoto pueblo costero de San Felipe, se acercaba el día de los difuntos. Las calles se llenaban con el bullicio de la gente preparándose para honrar a sus seres queridos que habían partido. Entre ellos, se encontraba Francisco, un joven pintor conocido como Chuz, que se ganaba la vida adornando las tumbas en el cementerio local.

 

Un día, mientras preparaba sus pinturas, un hombre alto y distinguido se acercó a él. Con una voz suave pero firme, le ofreció un trabajo peculiar: pintar una tumba y agregar un símbolo especial. El hombre, cuyo origen era desconocido para Chuz, le ofreció una suma significativa de dinero por aquellos tiempos: treinta quetzales. Sin dudarlo, Chuz aceptó.

 

La mañana siguiente, Chuz se encontró con el hombre en el cementerio. La tumba que debía pintar estaba descuidada, cubierta de maleza. Mientras trabajaba, el hombre observaba en silencio, indicándole los detalles que quería que resaltara. Curioso por la identidad del hombre, Chuz le preguntó de dónde venía. La respuesta fue vaga: el hombre había llegado al pueblo hace tiempo y había perdido contacto con su hijo, cuya tumba estaban adornando.

 

Chuz terminó su trabajo, pintando la tumba con una vela encendida, cuya llama se desvanecía en la oscuridad, tal como le habían pedido. El hombre le pagó y se despidió, dejando a Chuz con una sensación extraña.

 

La noche del día de los difuntos, el cementerio brillaba con velas y adornos. Curioso por ver su trabajo, Chuz se dirigió a la tumba que había pintado. Allí, encontró a un joven llorando desconsoladamente. Al acercarse, el joven le mostró una fotografía de su padre fallecido. Chuz quedó petrificado al reconocer al hombre que lo había contratado.

 

El joven explicó que había recibido un dibujo con una vela y un mensaje que reconocía como la letra de su padre, quien había fallecido años atrás. Aunque había migrado lejos del pueblo por trabajo, el espíritu de su padre aún permanecía cerca, iluminando su memoria con amor.


 

Desde entonces, la leyenda de la vela en el cementerio de San Felipe,  se convirtió en un recordatorio de que el amor perdura más allá de la muerte, y que los lazos familiares trascienden el tiempo y la distancia.

 

Autor: 

Alvaro Rojas Melendez.

email: alvarome2003@gmail.com

tel.42245627.

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