Así es como muchos imaginan la franja
de un volcán furioso que ruge y no calla,
¡lanzando su lava como un río con alas!
Con fuego encendido cual cola de dragón,
que baja y destruye sin pedir perdón.
¿Verdad que así piensas que es un volcán?
¡Uno que grita y no deja de tronar!
Pero en Guatemala, la tierra bendita,
donde el sol siempre canta y la flor se derrita,
hay un volcán raro, callado y formal…
¡que en vez de fuego, tenía un manantial!
Su nombre elegante, sin bulla ni enredos,
es Volcán de Agua, ¡con cielos de dedos!
Tan alto, tan firme, tan buen guardián,
que parece vigía de todo el plan.
Y lo más curioso –¡atención, patojada!–
es que en su cima, sí, allá en lo más nada,
no había fuego ni chispa encendida…
¡sino un lago brillante con mucha vida!
¡Ajá, bichitos!
¡Ahora sí va!
El Profe Álvaro les va a contar
la historia completa, sin titubear.
En la linda Guate, de cielo turquesa,
donde los volcanes decoran la mesa,
algunos escupen y otros gruñen feo…
pero uno es tranquilo como un sombrero.
Ese es el de Agua, ¡qué buena presencia!
No hace escándalo, guarda paciencia.
Se alza en el cielo como un campeón,
con su pico perfecto, cual tazón.
Hace siglos y siglos, cuando todo era nuevo,
y los mayas sabían leer hasta el cielo,
en la cima del cerro, ¡ni fuego ni flama!
¡Sino un lago brillante que encantaba!
Las nubes bajaban a verse la cara,
y venaditos tomaban su agüita clara.
Los pájaros cantaban, el viento reía…
y Hunahpú le decían con sabiduría.
Hunahpú, dijeron, “de flores y agua”,
¡un nombre de cuentos, de magia y de calma!
Pero la naturaleza, con humor travieso,
soltó un aguacero, ¡y fue muy espeso!
Llovió y llovió, ¡qué gran tormentón!
El lago creció sin ningún botón.
Hasta que un día, sin decir "permiso"...
¡el agua bajó con todo su hechizo!
¡ZAS! ¡TRAS! ¡PLASH!
¡Gran corredera!
Bajó como río, bajó cual manguera.
Se llevó casitas, árboles y flores,
y dejó a los abuelos con mil temblores.
Desde ese día, el lago se fue,
el volcán quedó seco, ¡y así se ve!
Pero el nombre quedó, igual de elegante,
como recuerdo de aquel instante.
Ahora tiene pinos y matas chulas,
mariposas que bailan en sus espumas.
Y cuando lo veas, salúdale vos,
que un lago en su cima tuvo por Dios.
Y colorín colorado,
el cuento se ha acabado.
Pero antes que vayan, pongan atención,
que el Profe Álvaro les deja un montón:
No hagás fogatas allá en su cima,
que el fuego da miedo y la planta se lastima.
No tires basura, ni de chiste, ni de juego,
¡porque ese volcán merece respeto y apego!
Cuidalo, querelo, tratálo bien,
que el Volcán de Agua es un gran también.
Es parte de Guate, de historia y canción...
¡y depende de vos que no sufra un montón!
Autor: Álvaro Rojas Meléndez:
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Rojas producciones.