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sábado, 3 de septiembre de 2016


Cuentan los pobladores que Doña Leonor  le gustaba ir al campo todos los días  para traer el sustento diario al hogar,  recolectando pacayas, leña y alguna que otra yerba comestible, a  pesar de su edad las distancias no parecían importar, pues con su nieto, su única compañía, el campo era su vida.

Casi siempre llegaban a un lugar llamado San Antonio, sitio con muchas pacayas y leña que recolectar, sin embargo la abuela nunca permitía que Frido su nieto se alejara mas allá del árbol de la misericordia, así le llamaba ella a un viejo árbol algo lúgubre, sin embargo mas allá del mismo cosas raras pasan decía la abuela, que un encanto existía y el que se atrevía a pasar el camino de regreso no podría encontrar, pues por la cercanía del volcán Santiaguito muchos seres de otro mundo deambulan por el lugar.

Cierto día recolectando leños, frido se paso del árbol, sin darse cuenta llego a las proximidades de una cueva, cuyo alrededor ni siquiera la maleza parecía poder crecer.

Intento alejarse, pero unos extraños sonidos parecían venir de aquella cueva, lo que lo hizo acercarse, pudiendo escuchar el canto de muchas aves, el sonido de una cascada.  pero por mas que intentaba le negrura de aquella cueva no permitía observar absolutamente nada.

Fue así como decidió acercarse aun mas, sintiendo derrepente  un viento muy caliente al extremo,  que ya no soporto mas y tubo que alejarse.

La abuela se percato que su nieto ya no se encontraba cerca y con un gran presentimiento decidió buscarlo mas allá del árbol de la misericordia, encontrándolo acostado desmayado cerca de aquella cueva tenebrosa. la abuela lo levanto en brazos y lo llevo hacia el árbol de la misericordia lugar en donde recobro el sentido nuevamente.

En ese mismo instante decidieron regresar a El Palmar, Frido por todo el camino, un fiebre muy alta le afecto y aunque compraron medicamentos para la fiebre el alivio no pudo encontrar,  no fue si no hasta que la abuela leonor recordó que en cierta ocasión una persona le comento que en el lugar llamado San Antonio una cueva existía y que por estar conectado al volcán, era una de tantas posibles salidas de innumerables almas que fueron entregados al señor del volcán. y que si algún persona se acercaba al lugar, alguna alma intentaría ganarlo para dejarlo en su lugar y así poder escapar.

y que lo único que evitaba que las almas se alejaran del lugar era un árbol que el señor del volcán hizo crecer en el lugar.

Fue así como Doña Leonor, busco la ayuda de un Sacerdote Maya y lo llevo al lugar, realizaron una ceremonia suplicando la misericordia del señor del volcán para que el alma de frido no fuese arrebatado por algún ente del lugar. casi al finalizar un ruido fuerte ensordeció el lugar, y un ser imponente se apareció, fue un breve instante pero pareció eterno para Doña Leonor y el Sacerdote Maya, pues el ente estaba rodeado de brazos que parecía serpientes y unos seres en agonía fueron obligados a regresar.








Fue así como fridolino su alma pudo conservar y nunca jamas cerca de esa cueva se atrevió a regresar.

Historia inspirada en el relato de  Fridolino Santos.


Autor:

Alvaro R. Rojas Melèndez.






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