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lunes, 11 de octubre de 2021


En una de las fincas cercanas al volcán, Tres amigos convivían en armonía sin igual.

Pues los tres compartían un gusto especial, cazar animales en la noche sin dudar.

Esta es la historia de tres amigos, Rene, Carlos y Edwin.

Ellos eran tres jóvenes que cada noche, linterna y machete en mano de cacería se internaban por las montañas cercanas al volcán.

Armadillos, tepescuintles era lo que siempre encontraban por el lugar y casi siempre degustaban de la carne de uno que otro conejo de montaña.

Edwin les conto a sus amigos que cerca del volcán

en los barrancos y quebradas, Infinidad de loros se podrían encontrar, puesto que era lugar propicio para anidar, pues ningún depredador los podría alcanzar.

Les incentivo que, con soga en mano, los podría alcanzar y al criarlos y venderlos buen dinero lograrían obtener.

Fue así como una noche decidieron salir los tres, acompañándose únicamente con dos fieles perros y por qué no decirlo, buenos para cazar.

Lo que no sabían los tres amigos era que internarse demasiado en los dominios del dueño del volcán era sumamente peligroso. Pues infinidad de almas deambulan por el lugar, creando encantos para atraparlos y llevarlos al interior del volcán.

El  temor  se  incrementó  pues  un  anciano  del  lugar  ya  les  había      1 9 advertido que salir a cazar constantemente no le gustaba al dueño de

los animales, pues los animales silvestres tienen dueño y si se abuza de su buena voluntad su enojo deberían enfrentar, por eso le sugirió a Edwin siempre andar un octavo de aguardiente y unos puros para ofrendar.

Salieron esa noche los tres amigos linterna y machete en mano, A parte de la negrura de la noche, mientras más se acercaban al volcán una niebla espesa empezó a apoderarse del lugar.

Divisaron un pequeño armadillo que parecía deambular por el lugar, pero por más que lo perseguían a pesar de que se movía muy lento no lo podían alcanzar. Fue así como Carlos les dijo "me iré por este lado y le saldré de frente, Mientras ustedes siguen tratando de alcanzarlo"

Carlos se perdió y no lograba encontrar a sus amigos, al igual Edwin y rene por más que gritaban no lograban encontrar a Carlos, pasaron horas y la vereda no parecía tener fin. Solo divisaban al armadillo que cuando ellos se detenían también el armadillo parecía no moverse.


Edwin recordó las palabras del anciano, saco de su morraleta su octavo de aguardiente se rociaron su contenido por todo su cuerpo y encendieron los puros. Pidiéndole al señor del volcán y al señor de los animales, les permita el camino de regreso encontrar, con su buen amigo Carlos.

De pronto la niebla se disipo y para sorpresa de Edwin y Rene, Carlos a un costado se encontraba. Y al ver la vereda nuevamente salieron del lugar agradecidos con el señor del volcán por permitirles salir del lugar.

Desde  entonces  Edwin,  Rene  y  Carlos,  salían  de  cacería,  pero  ya  no seguido, teniendo el sumo cuidado de prender una pequeña veladora.

la  prendían  en  la  montaña  para  solicitar  la  autorización  de  ingresar cerca de los dominios del dueño del lugar.

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