El Volcán San Antonio, el Pequeño Gran Dormilón
En San Marcos, Guatemala, donde canta el pajarón,vive un volcán distinto… ¡un pequeñón dormilón!
No ruge ni truena, no echa humo al montón,
prefiere quedarse callado en su rincón.
Se llama San Antonio, volcancito especial,
con su manto de árboles y su aire jovial.
Mide dos mil quinientos catorce metrón,
pero entre los volcanes… ¡es un pequeñón!
Anita lo mira con gran admiración,
y Pedrito pregunta con curiosidad y emoción:
—Mamá, ¿por qué nunca hace “¡pum!” este señorón,
si todos los otros despiertan con canción?
La madre sonríe y con calma explicó:
—Nuestro San Antonio hace tiempo durmió.
Hace miles de años quizá despertó,
pero ahora descansa, ¡y en paz se quedó!
—¡Que despierte un poquito! —gritó Pedritín,
—¡quiero ver si guarda tesoros allí!
—Oh no, mi Pedrito —la madre advirtió—,
si un volcán se despierta, ¡qué susto nos dio!
Pero escucha este cuento que el abuelo contó,
un secreto de mayas que el tiempo guardó:
Que dentro de un monte, su primo mayor,
se escondían regalos de vida y amor.
Un pájaro carpintero picó sin parar,
hasta que semillas salieron a volar:
el maíz para tortillas, el frijol para guisar,
el agua fresquita y el fuego al hogar.
—¡Qué maravilla! —dijo Anita con pasión—,
—los volcanes son cofres de vida y canción.
—Así es —dijo madre con dulce emoción—,
y San Antonio protege la vida en montón.
Se puede subir y no es gran misión,
¡en treinta minutos llegas con emoción!
Sus bosques te esperan, su aire es mejor,
paisajes hermosos que llenan de amor.
Es un pequeñón guardián, un volcán de valor,
no necesita rugir ni causar gran temor.
Su fuerza está en dar vida, en cuidar con pasión,
y en soñar tranquilito… cual gran dormilón.
Y colorín colorado este volcán se ha contado,
es un pequeñón sabio que nunca ha fallado.
Que siempre lo cuiden con gran devoción,
¡el San Antonio es orgullo de toda la nación!
Autor: Álvaro Rojas Meléndez

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